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Mario Merz. El tiempo es mudo
El Museo Reina Sofía organiza una retrospectiva que bucea entre algunas de las creaciones más conocidas de este artista italiano. Una aproximación a un arte suspendido en una especie de limbo prehistórico que bebe directamente del arte ‘povera’.
La práctica artística de Merz incorpora varios rasgos fundamentales que el crítico de arte coetáneo Germano Celant identificó con esta corriente: una oposición frontal a la sociedad capitalista del consumo y el uso de materiales orgánicos como arcilla, ramas, cera o carbón.
De su empleo emergen algunas de las asociaciones recurrentes en el imaginario pre-moderno del artista: el fuego, el rayo y la flecha; figuras con significados míticos y geológicos: el iglú, la mesa, la espiral o el río; o animales ancestrales: el rinoceronte o el cocodrilo.
En este sentido, la búsqueda de lo mítico distingue la obra de Merz, pues su arcaísmo no tiene que ver con el anhelo melancólico del pasado, sino con una incisiva crítica a la modernidad industrial y consumista.
Militante del grupo de resistencia antifascista, Merz fue encarcelado por su activismo en 1945, momento en que comenzó a recurrir a materiales precarios para realizar sus obras. Desarrolló estéticamente sus inquietudes políticas y sociales surgidas al calor de Mayo del 68: la crítica al capitalismo y a la sociedad postindustrial, la exclusión ideológica y hegemónica en el sistema colonial o el autonomismo son algunos de los temas de sus obras.